Los hombres Tzeltales “renacen” desde la cosmovisión maya, al igual que sus primeros cuatro ancestros pertenecientes al maíz. Los dioses, en sus intentos previos fallidos con la madera y el barro, han creado al ser humano a partir del grano de la mazorca. Aquellos que saben cumplir sus obligaciones con sus dioses y creadores son capaces de ver todo en el tiempo y el espacio, por lo que los dioses deciden nublar su visión. Esta es la humanidad que ahora puebla la tierra, dando paso al sol y la luna: Hunahpú e Ixbalanqué.

En Xilotl A.C., a través de las Nuevas Masculinidades, promovemos la equidad de género basada en saberes ancestrales, conectando con la naturaleza y el espíritu comunitario como base de nuestras metodologías de trabajo. También compartimos narrativas locales transmitidas de boca en boca en los ejidos escondidos entre la vegetación de la zona. Nos gustaría compartir una pequeña historia desarrollada en la cañada Patiwitz, en la Selva Lacandona en el Estado de Chiapas, donde la red de hombres tzeltales por la igualdad, “Tso’blej Yach’il Sk’elujel Winiketik,” lucha desde el corazón. Para ellos, el chulel (alma) sale del cuerpo durante la noche para encontrarse con la verdadera sabiduría, una sabiduría que no se centra en el “yo” como nos ha enseñado la cultura occidental, sino en el “todos,” en el contexto comunitario.

 

Pablo vive en la comunidad de San Juan Rómulo Calzada. Mientras camina por la plaza central, busca un lugar para reflexionar. En las comunidades Tzeltales, la iglesia representa el catolicismo y un lugar de oración y fe. Sin embargo, nota que en la mayoría de los ejidos existe un árbol llamado ceiba, alrededor del cual los niños juegan y los hombres descansan. Escucha a lo lejos los respetuosos saludos: “¡talonme!”.

 

En este momento, Pablo se siente triste y confundido. Sabe que en casa no pueden verlo así, ya que es el hijo mayor y un ejemplo para sus hermanos menores. Piensa en voz baja: “lo mejor sería darme una vuelta para sentir mejor las cosas”. Bajo el árbol donde su abuelo “mamuch” le contó: las ceibas representan la cultura Tzeltal y sus ramas son las comunidades. Se entiende que los Tzeltales llegan hasta donde llega la rama más larga de la ceiba, es decir, la comunidad más lejana en nuestras tierras, pero siempre vuelven al tronco del árbol, a su raíz Tzeltal. Aunque ha llegado y descansa, su corazón está inquieto al darse cuenta de que no es lo suficientemente hombre como creía.

Pablo sufrió en silencio en ese momento.

En su comunidad, la regla de oro para ser hombre es la de los usos y costumbres. Pero está por descubrir otras formas de vivir, expresarse, convivir y percibir la naturaleza, así como de ser hombre. Conocerá un espacio comunitario nuevo donde hay libertad y conciencia, una libertad que llevará a derrotar al patriarcado como sistema de desigualdad.

El “compa Pablo” ahora forma parte de los círculos de reflexión de las Nuevas Masculinidades. Iniciará un largo viaje de autopercepción y conocimiento comunitario, identificando el camino machista al que él y otros hombres de su comunidad se enfrentan. Cuestionará esta forma de vida, conocerá los beneficios de la no violencia de género y reconocerá los beneficios de la misma.

Xilotl también tiene la misión de a través de sus metodologías de trabajo en sus diferentes ejes integrales de trabajo, basada en la reflexión, creando un espíritu crítico y un modelo de práctica emancipadora y descolonizadora. Esto se basa en el conocimiento ancestral Maya para comunicarse desde una participación horizontal, resultado de la cosmovisión comunitaria de los pueblos indígenas en México. Han heredado una educación para los oprimidos, para los olvidados, una educación libertaria para los hermanos indígenas Tzeltales y Tzotziles de la región, sin imposiciones ni ideas obligadas de una realidad que los ha desfavorecido en los últimos 500 años.

“Para nosotros, la alegre rebeldía, para nosotros, nada”.

Texto: Aldo Garcia Virto, Antropólogo Social y Facilitador de Xilotl A.C.

ReferenciasEl Popol Vuh, El Libro Sagrado De Los Mayas-Quiché.

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